lunes, 11 de abril de 2022

Aprendizajes de la vuelta a la calma.

Poco a poco, vamos volviendo a una calma relativa que me hace pensar en positivo.

Hace mucho tiempo que dejé de pelear con cosas que no me llevaban a ningún sitio productivo, pelear por pelear no tiene mucho sentido, si se lucha debe ser por un buen fin, por eso mismo lucho por mi productividad, mi crecimiento y mi bienestar.

Hay quien vive en permanente tensión por disputarse la vida con los demás, suelen ser personas a las que el enfrentamiento les viene bien, les crea una ilusión de serenidad que a mi parecer no es verídica, si no, todo lo contrario, les crea una tensión innecesaria que hace que la espiral beligerante consigo mismo siga su curso.

El camino del Yudo/Judo nos enseña mucho de esto, los valores que nos trasmite la práctica nos indican claramente que si no puedes derribar a tu adversario, lo que debes hacer es mejorar tu, entrenar tu, desafiarte tu, pero nunca menospreciar al otro, herirle ni mucho menos despreciarle.

La convivencia humana tiene tiene muchos matices, y verlos con claridad es complicado, puede ser que quienes creen que te hacen la vida imposible, en realidad ni se preocupan por ti, el problema es como digerimos nuestro ego, o nuestra autoestima, y que creernos invencibles nos da derecho a sufrir a los demás.

Ya casi terminada esta crisis del Covid, y tras mucho pensar, leer y ser determinante en mis acciones, creo que vuelve la calma, pero la de verdad, la de verme en el camino del DO, pues han sido 24 meses de duro trabajo intrapersonal, de reinventarme porque no podía ser de otra manera, y sobre todo, de aprender definitivamente que es lo importante y lo que no, saber callar cuando es necesario, y luchar sin descanso por lo que realmente me hace sentir bien.

No quisiera terminar esta reflexión sin mencionar que esto no lo consigue uno solo, los aprendizajes importantes siempre son en compañía, tras largas conversaciones y escuchas por parte de quienes también quieren compartir contigo las cosas importantes.... Sócrates no sabía ni leer ni escribir, solo se dedicaba a dialogar y sobre todo a formular preguntas y escuchar a los demás, todo lo que sabemos de él es gracias a su discípulo platón, ya que no dejó ni una palabra escrita, siempre digo a mi alumnado, que tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que decimos, así que seguiré convencido de que el diálogo y la no confrontación son el aprendizaje mas importante ahora que vuelve la calma.

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